En el principio, el cosmos nació de la oscuridad y de la luz y se formó de materia y energía. Crecemos rodeados de partículas invisibles: átomos, polvo…cuerpos que están presentes a nuestro alrededor y que no somos capaces de ver. Fuerzas que escapan a la visión del ojo humano, y muchas veces, a la razón. Pero más allá de este físico, y con una visión mística sobre aquello que nos envuelve, siempre he creído que hay algo más en esta realidad que se escapa de nuestros sentidos. Llamémosle Todo, energía o esencia. Pero, ¿cómo hacer visible lo invisible? ¿Como hacer corpóreo una cosa tan etérea? ¿Como hacer palpable lo intangible?

De ese deseo de hacer possible – y sobre todo de hacer visible- esa materialización de la energía nacen estas imágenes. Así como el cosmos, también ellas están hechas de luz y oscuridad, de energía y materia.

A través de las imágenes se crea una atmosfera nueva. Un mundo nuevo. Un universo particular, personal e íntimo. Trabajar el laboratorio (en un constante equilibrio entre luz y oscuridad) me permite encontrar las sombras, lugar donde habita la belleza, la esencia de todo y la emoción. Los fotogramas son una ayuda para salir de la realidad de la imagen física y adentrarme en un mundo que va más allá: algo que transciende el espacio y el tiempo real.

Una representación del Todo, de lo infinito y absoluto, del círculo que carece de principio o fin, que nace y se cierra en sí mismo. De la perfección. I la maravilla final de poder encontrar en esta representación de la energía, esta representación del Todo a partir de la nada. A partir simplemente, de una hoja en blanco.